Girl power: El centro de atencion desde los años 20’s

«Si has nacido sin alas, no hagas nada por impedir que te crezcan».

Coco Chanel.

 Muchas veces tenemos la idea de no ir más allá de nuestras capacidades por miedo a errar, pero debemos estar claros en una cosa, nosotros mismos nos colocamos los límites de nuestro éxito, si queremos algo, debemos luchar por ello hasta el fin.

 En esta ocasión me premito presentarte una serie que te enseña a luchar por lo que crees, protagonizada por mujeres que no se rinden ante las adversidades, ni siquiera en tiempos difíciles, donde se creía que una mujer no podía hacer gran cosa, sin embargo, surgió la oportunidad de empleo, de hacerse valer, pero con muchas otras trabas de por medio.

  Te hablo querido lector de la serie “Las chicas del cable” transmitida por la plataforma Netflix, quien la cuenta con 5 temporadas, esta ultima dividida en dos partes, sin dar demasiados spoilers, la historia se remonta inicialmente en los años 20 en la ciudad de Madrid, y cuenta la historia de cuatro mujeres que proceden de distintos lugares del país y llegan a la capital tras ser contratadas como operadoras de la centralita de la única compañía de telefonía que existe. En esta ciudad, rodeadas por un ambiente de progreso y modernidad, las protagonistas se ven envueltas en celos, envidia y traición, así como también por el éxito, la amistad y el amor en el camino que las llevará a cumplir sus sueños.

  Lidia quien está acostumbrada a una vida de peligros y delitos, intentará cambiar todo eso entrando como operadora de una de las compañías telefónicas famosas del mundo. Ángeles es una chica que sufre de maltrato físico por parte de su marido. Carlota intentará por todos los medios conseguir la igualdad entre hombres y mujeres. Y Marga es una chica de pueblo que se muda a la capital de España para cumplir su sueño. Todas juntas se unirán y tratarán de resolver todos sus problemas.

  A decir verdad Las telefonistas de esa época eran un ejemplo de feminismo, como son las protagonistas de la serie. Mujeres que salían de los estándares que durante años se les había impuesto, que gozaban de una libertad envidiable y que permitió a muchas de ellas incorporarse al mercado laboral que, en esa época, no era lugar para mujeres.

  Estaban preparadas, eran competentes, responsables y trabajadoras, y marcaron un antes y un después en el mundo laboral de la mujer. 

  Sin duda, uno de los aspectos más destacados de esta ficción es el vestuario. Su responsable, la figurinista Helena Sanchís, también figurinista de Velvet, par a ocuparse de los outfits que aparecen en la serie. Sin duda, uno de los aspectos más destacados de Las chicas del cable es el vestuario, en una época en la que desaparecen los corsés, se sueltan las cinturas y se acortan las faldas.

  Uno de los estilismos clave de Las Chicas del Cable es el uniforme que visten las cuatro protagonistas en el trabajo: un vestido azul con cinturón y lazo en el escote. Para elaborarlo, Sanchís se inspiró en las telefonistas de la época buscando diferentes archivos, así como el patrón para producirlo y que posteriormente adaptó al cuerpo de cada actriz.

  Además, cada protagonista tiene un estilo que refleja su personalidad. Marga es la más humilde y se utilizan tejidos más sencillos, como algodones y linos, y colores menos llamativos; Ángeles, que es una ama de casa que intenta aparentar felicidad, luce un vestuario colorido y alegre, sobre todo gasas y tejidos vaporosos y es la única que lleva estampados; Carlota es una “niña bien” que se rebela contra las normas de su estatus social y esto se refleja en su estilismo, con vestidos modernos y juego de contrastes y geometrías. Y por último, Lidia, misteriosa y felina, lleva tejidos satinados de colores profundos, con peso y cortes sencillos pero elegantes.

  Los vestidos de fiesta que llevan las protagonistas son originales de la época y se compraron en una sastrería italiana. Estos diseños bordados a mano son los que llevan las cuatro protagonistas durante las fiestas y cenas a las que acuden tras salir de trabajar.

  Sanchís afirma que no se inspiró en ningún diseñador en concreto, sino que simplemente se documentó para tener una referencia y, a partir de ahí, seleccionó y elaboró las prendas necesarias para la serie.

  En lo que se refiere al vestuario masculino de Las chicas del cable, todos los trajes se encargaron a la Sastrería Cornejo, así como parte del vestuario femenino.

  Destacan, también, los sombreros tipo casquete, conseguidos también en Italia, y otro complemento importante son los guantes, tan típicos de la época y que se llevan en las fiestas.

  Como ocurrió con Velvet, la ropa interior también tuvo que adaptarse a aquella década y se seleccionaron con mimo para aquellas escenas en las que tenía que mostrarse.

  Con esto, recordamos una vez más la importancia del vestuario en el mundo televisivo y cinematográfico, un trabajo tras las cámaras que quizá no siempre es lo suficientemente apreciado.

by Dani

Brivil